martes, 8 de octubre de 2013

Köleck, Vërna y la cometa

Pido mil disculpas por mi ausencia de éste foro. Esta vez no ha sido por algún viaje o estancia por las tierras de Allá, la hermosa tierra donde vivo, mi nación, se encuentra pasando por momentos difíciles y me he dado a la tarea de ponerme a trabajar por ella y por la gente que como yo, también trabaja preocupada por que siga siendo el hermoso lugar que siempre fue.

No es fácil, es muy doloroso ver a mis hermanos pasando por estos difíciles momentos. Básicamente esa es la razón por la que he estado ausente, pero hoy les traigo una historia que tiene que ver mucho con lo que le pasa a mi país, una historia que he estado preparando, ilustrando y musicalizando para presentarla a ustedes como a mi me gusta y como ustedes se merecen, pero los tiempos son duros y tendrán que esperar un poco mas para escuchar la narración con sus imágenes y su música, tengo que publicarla ya, para dar aliento a todas las personas que siguen este blog y que como yo, tal vez necesiten una historia de aliento para reconfortar sus corazones.

Para toda mi gente, y para todo aquél que sabe distinguir el sentido y la importancia de pertenecer a una comunidad:


Köleck, Vërna y La Cometa.







                   Existió Allá un valle hermoso, con verdes praderas y un riachuelo, el clima solía ser muy bueno, el sol brillaba intensamente en el verano y durante el invierno el aire se llenaba de fragancias de madera y tierra.
Estaba rodeado por enormes montañas de granito que tocaban el cielo haciendo cosquillas a las nubes.

En el centro del valle había un pueblito, y la gente vivía muy feliz en aquel lugar, las montañas que lo rodeaban eran tan altas y empinadas, que nadie jamás había logrado escalarlas y cruzar del otro lado, así es, aquel pueblito estaba aislado dentro del hermoso valle, nadie jamás había podido entrar o salir, el lugar había sido siempre tan hermoso, que a nadie se le antojaba salir.

Con el tiempo, aquel pueblito fue creciendo, se construyeron mas y mas casas hasta que estas ocuparon el valle en toda su extensión hasta que apenas quedó espacio para caminar entre una casa y otra.
Debido a que las casas estaban tan juntas, la gente se sentía incomoda pues las ventanas de una casa quedaban muy próximas a la otra, por esto comenzaron a construir bardas entre las casas con el fin de que los vecinos no los vieran desde otras ventanas.

Al pasar de los años el pueblo entero se llenó de bardas que rodeaban las casas y aquello acabó como un laberinto confinado dentro del valle. no se alcanzaba a ver ni una pequeña mancha verde de aquellos bellos pastos que alguna vez existieron, todo era ahora, un desordenado tejido de muros de piedra donde el viento se arremolinaba y aullaba.

Aquel lugar perdió su belleza y los habitantes de la aldea vivan confinados dentro de sus muros. Con el tiempo olvidaron los colores de la hierba y las flores, la sensación de la brisa y el olor del otoño.

La gente del pueblo perdió su alegría y estaba siempre de mal humor, ya nadie quería salir, los amigos dejaron de visitarse y la gente no quería conocer a alguien mas
Aquel pueblo se convirtió en un lugar de desconocidos, olvidaron el significado de la amistad y vivían tristes dentro de los muros de sus casas.
Cuando la gente recorría los angostos callejones del pueblo, miraban siempre al suelo y evitaban cualquier contacto con los extraños que se cruzaban en su camino.
El pobre pueblito quedó reducido una mancha de color café rodeada por enormes montañas.

Solo dos pequeños niños se atrevían a salir a jugar, se habían conocido tiempo atrás, cuando, de la mano de sus padres se habían cruzado en un sucio callejón y sus miradas se habían tocado, Vërna era el nombre de la niña y al mirar a Kölek, el niño, una sonrisa se había escapado de su carita, aquella sonrisa era lo mas hermoso que Kölek había visto en su vida y se la había regresado, cuando la madre de Kölek se dio cuenta de que miraba a Vërna, le había dado un tremendo jalón del brazo para que apartara la mirada.

Pero la amistad es como un fuego que se enciende fácil y jamás se apaga, Kölek  y Vërna se habían hecho amigos y todos los días escapaban de los cascarones de sus casas para jugar en una diminuta plazuela, realmente no quedaba mucho espacio para correr, pero se las ingeniaban para inventarse pasatiempos entre los callejones del pueblo.

Cuando se cansaban de jugar, se tiraban en el suelo y miraban el cielo imaginando como eran las verdes praderas de aquel valle, antes de la construcción de las bardas.

Un vagabundo que vivía entre los callejones también se había hecho amigo de los niños, su nombre era Tabör toda la gente lo tomaba por un loco.
Tabör solía ser muy bueno para inventar juegos y eso le encantaba a los niños.

-Muy bien niños, ¿Que jugaremos el día de hoy? Preguntaba Tabör siempre que se reunían en la pequeña plazuela que se encontraba a los pies de una enorme pared de mas de cien metros de altura y de alguna manera siempre terminaban inventando un juego nuevo.

Un buen día la abuelita de Vërna llegó también a jugar con ellos. Se trataba de una viejita de ojos oscuros, su cara estaba arrugada y su cabello era de un color blanco casi plateado. Caminaba muy despacio ayudada de un viejo bastón.
Su voz sonaba como el rechinado de una vieja puerta.

-¡Recuerdo como era este lugar muchos años atrás! dijo la anciana mientras miraba las enormes paredes de granito que los rodeaban. No existían muros ni bardas y el sonido del río se escuchaba por todos lados.
Los ojos de Kölec se abrieron grandes imaginando como solía ser antes aquel lugar.

-¡Si! Como me hubiera gustado correr por aquellos verdes pastos y nadar en el río . Contestó Vërna

Al mirar el cielo Vërna observó también los picos de las montañas que desaparecían entre las nubes.

-¡Sería fantástico atravesar esas montañas y mirar como es el mundo del otro lado! 

-¡Eso es! dijo Kölek debemos encontrar una manera de cruzar las montañas, ¡seguramente del otro lado existen praderas y ríos como los que había aquí!

-¿Pero como vamos a cruzar del otro lado? nadie lo ha podido lograr jamás, dijo Tabör mientras acostado en el piso se cubría los ojos con su sombrero.

-Tienes razón pero estoy seguro de que debe existir una forma de lograrlo, contestó Kölek.

Pasaron los días y la idea de cruzar las montañas rebotaba por la cabeza de Kölek. 

Una mañana de otoño la abuela llevó una vieja cometa que había guardado, estaba un poco rota y descolorida por el tiempo. Todos la observaron, no sabían como usarla, ya nadie usaban esos juguetes por que era imposible correr con una cometa por aquel apretado pueblo.

-Es un juguete que usaban mucho cuando yo era niña. Dijo la abuela.
-¿Sabes como usarla? Preguntó Kölek
-ya no recuerdo como pero es un juguete que puede volar.

Aún tenía atado un cordel largo en un rollo, Tabör desenrolló el cordel y después de colocar la cometa sobre una piedra, se sentaron a esperar.

-¡Abuela! Creo que tu juguete debe estar roto por que no funciona, dijo Kölek, pero en ese momento, una fuerte ráfaga sopló, levantando la cometa por los aires, rápidamente Tabör se arrojó de frente y alcanzó a sostener el viejo cordel, cuando la cometa se elevó el cordel se tensó y la cometa se sostuvo en el aire, no podían creer lo que veían.

-Déjame sostenerla un momento, pidió Kölek y Tabör le alcanzó el carrete para que lo sostuviera. 
El viento comenzó a soplar mas y mas fuerte, el viejo cordel se reventó y la cometa quedó libre elevándose cada vez mas arriba.


Tabör dio un grito y trató de escalar por la pared de granito para alcanzarla, pero fue imposible.
Tanto subió la cometa que se perdió entre las nubes y las afiladas puntas de las montañas.
Mirando esto, una gran idea se le ocurrió a Köleck.

-¡Vërna! Si construimos una cometa lo suficientemente grande, podría subirme en ella y elevarme para ver que hay del otro lado de las montañas!

Tabör corrió a la choza que había construido entre los callejones y regresó con un poco de madera y pedazos viejos de tela para construir la cometa, pero aún no era suficiente, los niños y la abuela comenzaron a buscar también. 

Iban y venían por los callejones oscuros del pueblo consiguiendo material para su cometa gigante.
 Un importante hombre de ley se detuvo y preguntó que era lo que hacían.

-¡Construiremos una cometa gigante que elevará a Köleck por los aires para ver que hay detrás de las montañas! contestó Vërna entusiasmada, ¿Le gustaría ayudarnos?

-¡Pamplinas! contestó el hombre, jamas podrán elevar ese armatoste ni un centímetro sobre el suelo. y se fue.

Sin importarles continuaron diseñando y construyendo la cometa.

Otro hombre, ahora uno muy rico, también pasó por el lugar y curioso los cuestionó acerca de lo que hacían.

-Construiremos una cometa gigante para elevarnos y ver mas allá de las montañas.

-Déjense de tonterías y pónganse a trabajar, si siguen en ese capricho solo perderán el tiempo!

Para el medio día, la cometa ya había tomado forma, continuaron trabajando por toda la tarde. La gente pasaba con sus cabezas agachadas y miraban de reojo lo que hacían Vërna y sus amigos, pero no se acercaban, temerosos dedicaban tan solo una curiosa mirada de rabillo y volviendo a agachar la cabeza continuaban su camino.

Para el atardecer ¡la cometa estuvo lista! Era hermosa, tenía la altura de Tabör y telas remendadas de muchos colores que la hacían parecer un arco iris, cuando terminaron la abuela se levantó y dijo:

-Muchachos, ya es muy tarde para mis viejos huesos y necesito ir a casa a descansar, mañana la probaremos la cometa.

Tabör se llevó la cometa a su casucha para resguardarla, fue difícil para el dormir esa noche pues la cometa ocupaba todo el espacio de su vieja choza.

Al otro día muy temprano, Vërna, Köleck, Tabör y la Abuela estaban ya en aquella plaza pequeñita listos para elevar la cometa.

La colocaron sobre una saliente que había en lo alto de un risco de granito, en el mismo lugar de donde había despegado la vieja cometa de la abuela y esperaron a que el viento comenzara a soplar, esperaron y esperaron, y el viento sopló, pero la cometa era tan grande y pesada que el viento ni siquiera la movió.

-¡Algo no está funcionando! Exclamó Köleck. Seguramente hay algo que hicimos mal, revisemos de nuevo los dibujos y la cometa de la abuela.

Se sentaron a revisar los diseños que habían hecho y los compararon con la cometa de la abuela.

-Es demasiado grande, dijo Tabör, necesitamos una corriente mas fuerte para que se eleve.

Esperaron, pero las corrientes de aire no eran lo suficientemente fuertes para elevarla, entonces la abuela dijo:

-¡Ahora lo recuerdo! hay que tomar la cuerda y tirando de ella correr rápido para que se eleve.

-Pero…¿Como vamos a correr? dijo Vërna, no hay suficiente espacio para correr.
Entonces Tabör quien siempre tenía las ideas mas descabelladas propuso:

-¡Ya lo tengo! tomaré la cuerda y me internaré corriendo por los callejones para dar impulso a la cometa, seguramente así podrá volar.

Entonces Tabör tomó el extremo de la cuerda de la cometa gigante y se internó entre el laberinto de callejones, cuando estuvo listo pegó un silbido y se echó a correr tan rápido como pudo, pero al momento de tensar la cuerda, esta se atoró entre los muros y tiró de espaldas al pobre Tabör sobre las duras baldosas del piso.

Regresó triste a la plaza diciendo:

-Es imposible, la cuerda se atora entre los muros y no puedo jalar.

Köleck propuso que jalaran la cuerda entre todos, de esta manera podrían hacerlo con mayor fuerza y seguramente la cometa podría elevarse. Entonces todos corrieron a donde estaba el extremo de la cuerda y tomándola, se coordinaron para jalar al mismo tiempo.

-A mi señal, jalen todos con fuerza, dijo Tabör. ¡Ahora! y todos jalaron juntos.

 Pero la cuerda daba tantas vueltas entre los callejones y esquinas que se atoraba y corría muy lentamente. Pero eso no fue suficiente para derrotarlos, continuaron intentando, colocaron poleas y palancas para que la cuerda se deslizara mas fácilmente entre los estrechos callejones.

Tanto alboroto armaron que la gente comenzó a asomarse por arriba de los muros para ver lo que sucedía, aquello parecía una telaraña tejida entre el laberinto de callejones.

Otros niños que vieron lo que sucedía, brincaron por arriba de las bardas y se les unieron para ayudar.

Hubo otros que tímidamente se acercaron a preguntar que era lo que hacían, cuando escucharon la idea de elevar a Köleck en la cometa para ver del otro lado de las montañas se entusiasmaron y también se unieron, dando ideas para resolver el problema.

Pero aún así fue imposible, la cuerda estaba demasiado atorada, entonces un joven panadero que asomaba por arriba de un muro propuso.

-Bah! estoy harto de esta vieja barda que me tapa el sol, ayúdenme a tirarla para que no estorbe a su cuerda.
Todos se miraron y pusieron manos a la obra, había tanta gente reunida, que en poco tiempo echaron abajo aquel muro.

Cuando terminaron, aquel lugar se veía mas espacioso y la luz entró en la casa del muchacho, entonces, el vecino que asomaba por su muro gritó:
-!También pueden tirar mi barda! así formarán un corredor para jalar de la cuerda y la luz también entrará en mi casa.

Mas gente se les unió y en un santiamén derribaron aquel otro muro, poco a poco, los vecinos de aquél joven panadero también pidieron que derrumbaran sus muros hasta que se formó un corredor libre que atravesaba todo el valle.
Tan solo faltaba un muro para terminar cuando llegó el alcalde, un hombre grueso con mejillas rojas.

-¡Que es lo que está ocurriendo aquí! ¿A que se debe este alboroto?

Estamos haciendo espacio para que podamos correr y así jalar de la cuerda que elevará la cometa con Köleck  por arriba de las montañas para ver que hay mas allá. Dijo Vërna entusiasmada.

-¡Pero eso no puede ser! está prohibido tirar los muros.

-¿Por que está prohibido? preguntó Köleck

-¡Ah! pues por que…, por que. El Alcalde dudó. ¡Por que así han estado por mucho tiempo! por eso.

-Y eso que tiene que ver, gritó la abuela, cuando yo era niña no existían estos muros, todo el mundo es libre de tirarlos si así lo desea, ¿No es así?

-¡Si! ¡Somos libres de hacer lo que queramos con nuestras bardas! gritaron todos los que estaban ahí.

-¡Es mas! dijo Tabör, ¡si así lo queremos todos, usted debe ayudarnos! y le dio un marro para que ayudara a tirar aquel último muro.

Al verse rodeado de toda la gente ansiosa por trabajar junta para tirar aquel muro, al alcalde no le quedó otro remedio que unirse a la gente y ayudar con la tarea.

Continuaron y al atardecer, habían tirado todos los muros formando una gran calzada al centro del pueblo que lo atravesaba de punta a punta.

Ya es tarde y pronto se ocultará el sol, dijo Tabör, vayamos a casa y mañana lo intentaremos de nuevo.

Aquél amanecer fue hermoso, el aire olía a hierba y un manto de niebla adornaba el valle.

Los niños fueron los primeros en llegar al lugar donde se encontraba la enorme cometa, un poco después llegaron los jóvenes y alistaron la gran soga que tiraría de la cometa. Mas tarde, cuando el sol ya asomaba por los picos de granito llegaron los adultos y los viejos, todos juntos se alinearon a lo largo de la gran calzada para tirar de la soga.
Köleck subió a lo alto del risco donde habían colocado la cometa, se aseguró atándose un cinturón al mástil de la cometa.
¡Todo estaba listo! Vërna era la primera de la gran fila, con una gran sonrisa le gritó a su amigo:

-¡Mucha suerte Köleck! el niño la saludó y se preparó.

Tabör dio un silbido para que todos se prepararan a tirar al mismo tiempo, levantó un brazo y bajándolo rápidamente silbó de nuevo con fuerza.
Todos tiraron al mismo tiempo y comenzaron a correr entre las casas.

Köleck cerró los ojos cuando sintió el fuerte tirón y después, suavemente el viento lo tomó entre sus manos elevándolo mas y mas, abrió lo ojos y pudo ver las nubes y los altos picos cada ves mas cerca.

Continuó subiendo hasta que por fin elevándose por encima de las nubes el último pico de granito dio paso al paisaje que se encontraba detrás de las montañas.

Un enorme horizonte se extendía frente a el y por primera vez pudo ver el mundo en su enorme extensión.

Praderas verdes, montañas, bosques, ¡incluso alcanzó a ver el mar! enorme y azul como el cielo.
Allá abajo el valle, el pueblo y al centro aquella calzada que la gente había abierto, ¡no lo podía creer! desde el aire pudo darse cuenta del gran trabajo que habían hecho todos.

Después de un largo rato de mirar en todas las direcciones y llenarse los ojos de aquel gran mundo, Köleck bajo de nuevo al valle junto a toda la gente que emocionada preguntaba que era lo que había visto.

Después de Köleck, fue Vërna quien pidió subir a la cometa para ver detrás de las montañas, uno a uno, todos los niños subieron por turnos a la cometa para maravillarse del tamaño del mundo.

Pasaron los días y la noticia de la gran hazaña de Vërna y Köleck corrió por todo el pueblo, la gente que temerosa se había quedado en sus casas comenzó a salir y al ver la gran calzada por donde entraba la luz a las casas, habían pedido a la gente que los ayudara a tirar sus muros también hasta que el pueblo entero se vio libre de muros, la hierba volvió a crecer y el valle regresó a ser aquél hermoso lugar que había sido durante la infancia de la abuela.

Vërna y Köleck volvieron a subir a la cometa varias veces, incluso Tabör pidió que también lo elevaran por los aires y después, toda la gente del pueblo subió.
Pero ahora mirar del otro lado de las montañas ya no era tan diferente que mirar el valle, la gente siguió viviendo feliz dentro de aquel valle, y cada vez que alguien comenzaba a sentirse triste o con ganas de construir un muro, Vërna y Köleck tomaban su cometa para subirlo por los aires y así recordar que el valle era igual de hermoso que el mundo exterior, siempre y cuando todos estuvieran de acuerdo en tirar de la cuerda al mismo tiempo.


                                                                                                                                                 Tumblebug

2 comentarios:

  1. Tu historia está llena de magia, por momentos me sentí al lado de Vërna y Koleck tirando de la cuerda, y por momentos me sentí volando en el infinito ... es una historia entrañable y muy necesaria en momentos como los que estamos viviendo ... solo puedo decirte GRACIAS.

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    1. Eliz, muchas gracias por tu conciencia, por gente como tu estoy seguro que nuestra tierra tiene todavía mucho futuro.

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Provengo de una familia donde la épica y la fantasía se mezclan con la realidad, crecí escuchando histórias fantasticas de mi abuelo en las profundidades de la Huasteca, mas adelante me cautivaron toda clase de libros con historias de tierras lejanas y personajes asombrosos, comencé a escribir desde los 9 años, durante la adolescencia me entregué a la literatura épica y fantástica y de alguna manera mi vida se contagió y las histórias comenzaron a suceder delante de mis ojos. Al convertirme en padre y tener la oportunidad de contar cuentos e histórias estalló dentro de mí una fascinación por crear, ilustrar y musicalizar cuanta história brotaba de mi cabeza o la de mis hijos, el día de hoy me doy cuenta de que mi propia vida es el mejor lugar de donde sacar historias y gozo profundamente al plasmarla en alegorías con imágenes, textos y musica.