domingo, 22 de agosto de 2010

El Trono del Rey Elfo





Existió un buen reino donde la vida corría calmada y alegre como un riachuelo en primavera, aquel lugar era justo como debía ser, ni muy grande, ni muy pequeño, se encontraba en un valle a las faldas de una hermosa montaña que no era ni muy alta ni muy baja. La gente que allí vivía tenía carácter alegre y manos hábiles para el trabajo.
Allí gobernaba un Rey Elfo, era justo y sabio, ni muy joven, ni muy viejo,  amaba a su gente y a su tierra y hacía todo lo que estaba en su poder para hacer de este, un buen reino.
Sin embargo había algo que perturbaba el alma del Rey Elfo, pasaba mucho tiempo pensando y reflexionando, algo le faltaba, miraba la ciudad desde una ventana en el salón del trono sin poder resolver la cuestión que le angustiaba.
Todos los días trabajaba y paseaba por el reino, atendiendo los numerosos compromisos que su cargo le obligaba, y siempre encontraba en todo esa pregunta que le quitaba el sueño.
-Algo le falta a este reino- Se decía siempre por la mañana, y durante la jornada trataba de poner especial atención en todas las cosas buscando aquello que hacia falta.
Un buen día, sentado en su trono tomo la decisión!

 

–Debo buscar un mejor lugar donde establecer el reino, un lugar que lo tenga todo, para que a nadie jamás le haga falta algo!-
Se sintió muy entusiasmado de buscar una manera de mejorar las cosas para su gente, le ató unas cintas de cuero a su trono para llevarlo consigo, se dijo:
 –Para elegir el lugar adecuado donde restablecer el reino deberé hacerlo sentado sobre el trono del Rey-
Se ciñó sus botas reales y con el trono a cuestas salió por la calle principal de la ciudad que lo llevaría a los límites del reino, toda la gente que allá vivía se precipitó sobre las calles para darle la despedida al Rey que tanto amaban.
-El Rey encontrará un mejor lugar para todos nosotros- Decían los súbditos mientras el Rey pasaba.
El Rey Elfo siguió su camino hasta llegar a la frontera del reino. Que bien se sentía, miró hacia atrás y a lo lejos distinguió la montaña bajo la que se erigía su castillo y su ciudad.
Caminó de día y de noche hasta llegar a lo alto de una gran loma bajo la cual se extendían los pastizales mas grandes que jamás había visto, se desató el trono y lo asentó sobre la verde hierba, allí se sentó y observó con admiración el paisaje, los verdes campos se extendían hasta el horizonte, imaginó su castillo y la ciudad entre aquellas enormes tierras…..pero algo no lo convenció, el campo era demasiado grande, si establecía allí la ciudad, esta parecería diminuta frente a la enorme extensión de campo, la ciudad perdería importancia y su gente se sentiría menospreciada, así que se levantó y poniéndose el trono a cuestas, continuó su viaje.
Unas semanas mas tarde se topó con la costa, al ver el mar se quedó sin aliento ante semejante belleza, subió a un escarpado risco donde el viento soplaba con fuerza, bajó su trono, lo colocó ante aquel fabuloso paisaje y se sentó a observar, cerró los ojos durante un buen rato, sintió el aroma del viento de mar, húmedo y sereno, escuchó las olas rompiendo en la costa, abrió los ojos, miró detenidamente las rocas de la escollera, la espuma del agua, la escasa hierba que crecía en los riscos, una vez mas, el lugar no era apropiado.
-Demasiado alto!- Se dijo, -Alguien podría resbalar y caer, el viento aquí es muy fuerte, pronto la gente estaría harta de éste y también de la humedad-
Tomo de nuevo su trono y colgándoselo en la espalda se encaminó.
Atravesó el mar, mas allá del horizonte, rumbo a tierras desconocidas que nadie como el hubiese visto jamás, trató de imaginar la tierra perfecta para su reino, pero la imagen no lograba aclararse en su mente, -Ya la encontraré!- Pensó con entusiasmo.
Llegó a tierras desconocidas por cualquiera, encontró enormes desiertos con arenas de mil colores que resultaron demasiado calientes para establecer su reino, atravesó tupidas junglas habitadas por innumerables y hermosas bestias, demasiadas para su gente, muy peligrosas.
Escaló montañas gigantes y contempló el mundo desde la cima de estas, adornadas con glaciares de diamante que reflejaban la luz del sol creando un arcoíris sobre la tierra, pero la inmensidad de su naturaleza no era apropiada para su ciudad que ya contaba con demasiados colores.


Pasaron varios años y el Rey no pudo encontrar el lugar apropiado para su reino, todo era demasiado grande o demasiado pequeño, o muy brillante o muy oscuro, muy angosto o muy alto, muy tupido o muy desértico.
El Rey fue perdiendo ánimo a medida que pasaban los años, sus ropas eran ya harapos y su rostro se cubrió de barba, su corona se enmoheció y oxidó, su trono estaba maltratado, rayado y roto,  mas bien parecía un atado de leña el que llevaba a cuestas, pero no podía rendirse, no podía desilusionar a sus súbditos que lo esperaban con la noticia de una nueva y completa tierra para establecerse, por esta razón continuó andando, incansable por el amor a su gente.
Un día soleado caminaba por una vereda que llevaba a lo alto de una colina, estaba muy cansado y llevaba la cabeza agachada sintiéndose derrotado, cuando alcanzó la cima de la colina sus ojos no pudieron creer lo que veía, ¡lo supo al instante!, se encontraba frente al lugar que había soñado, el paisaje era perfecto, había un bosque del tamaño apropiado, ni muy grade ni muy pequeño, un hermoso río, ni muy caudaloso ni muy tranquilo, verdes praderas se extendían al centro, una refrescante brisa le acarició la cara, era leve pero estremecía el alma con alegría.
El corazón le dio un vuelco de emoción, por fin había encontrado el lugar que tantos años le había tomado buscar, pensó en su amado pueblo.
 -¡Que alegres se pondrán al saber que encontré el sitio perfecto!-
Bajó la colina para explorar el sitio con detenimiento, cuando estuvo abajo se encontró con una ciudad, -No creo que a la gente que vive aquí le importará compartir este hermoso lugar con mis súbditos-
Pensó en hablar con el lider de aquel lugar para explicar sus planes. Cuando entró a la ciudad, la gente lo miró con extrañeza, su desaliñada figura no era del todo agradable, se dirigió a un hermoso castillo que se encontraba en lo alto del sitio.
Lo que el Rey no sabía era que éste era su reino, en su constante andar le había dado la vuelta al mundo y ahora regresaba a su ciudad, pero su deseo por un lugar perfecto lo había cegado para poder reconocer a su gente y a su castillo, debido a su deteriorada apariencia su gente tampoco lo reconoció.
Al tocar la puerta del castillo el primer ministro lo recibió de mala gana, en la ciudad todos estaban tristes por la ausencia de su amado Rey y también habían perdido la esperanza de volverlo a ver.
Cuando el Rey Elfo entró al castillo bajó su trono casi hecho pedazos y explicó al primer ministro la razón de su viaje y su deseo de asentar a su pueblo en aquel hermoso lugar.
El primer ministro, al darse cuenta de lo que había ocurrido cayó de rodillas ante su Rey y llorando le dio la bienvenida. Ordenó a sus sirvientes lavar, afeitar y vestir al Rey como era apropiado, pero  éste seguía sin darse cuenta de que se encontraba de nuevo en casa.
Cuando estuvo listo fue llevado al gran salón donde se había ya hecho un trono nuevo en la ausencia del Rey, lo sentaron en él y fue hasta entonces, mirando por la ventana aquella montaña, mas allá de su ciudad, que entendió, ¡estaba de vuelta su reino! y descubrió por fin que era lo que le faltaba, se trataba tan solo de la conciencia de que aquel sitio era único, para el y para su gente y que no había en todo el mundo un lugar igual, eso era lo que tanto tiempo había buscado, fue necesario  darle la vuelta al mundo y conocerlo para entender que aquel era el reino apropiado.
La noticia de que el Rey había vuelto se extendió por todo el reino y todos acudieron a darle la bienvenida, éste contó la historia de su difícil viaje y su hermoso desenlace,  la gente estuvo de acuerdo en que no había otro lugar en el mundo para que viviesen felices más que aquel valle.
El Rey Elfo regresó a su vida y a sus deberes y jamás volvió a sentir que algo le faltara, y su vida fue como debía ser, ni muy larga, tampoco muy corta, reinó con sabiduría y alegría después de haber conocido aquellos lugares, sabiendo que en todo el mundo no había un lugar tan hermoso y tan alegre como aquel de allá.

8 comentarios:

  1. Me late, pero faltan las ilustraciónes, ara cuando las tienes?

    ResponderEliminar
  2. Esta chido. Siendo critico le hace falta edicion. Estas peleado con los puntos y enamorado de las comas.

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias Salvador, me clavaré en esa cuestión para hacer correcciónes.

    ResponderEliminar
  4. Está muy padre me encantó.
    El Rey elfo fue mi personaje favorito.Y nada era ni muy gde ni muy Pequeño.

    ResponderEliminar
  5. Hola Ruben:
    Melissa es amiga de DAniela, tu sobrina y le gusto mucho tu Blog

    ResponderEliminar
  6. Atanael: eres quien me lleva a las nubes y de regreso aunque a veces me mandas de regreso sola. Te amo.

    ResponderEliminar
  7. Muchas gracias Dr. Sigfrido por la referencia, Melissa tu tiempo y atención son el mejor regalo!!, que las ninfas del estanque de Aquallondé bendigan tus pasos!!

    ResponderEliminar
  8. Sindara, mis manos están atadas a las tuyas desde que te ví por primera vez en el templo de Nolthorión. -Fionav tür Methram Sindara Axamthar-

    ResponderEliminar

¡Tiremos todos juntos de la cuerda!!

¡Tiremos todos juntos de la cuerda!!
Una historia para mi hermosa tierra: México

Tómate tu tiempo para viajar a Allá

Tómate tu tiempo para viajar a Allá

Es Tiempo de la Nueva Revolución

Es Tiempo de la Nueva Revolución
La Revolución de la humanidad, La revolución de tus sueños

¿Estas dispuesto?

¿Estas dispuesto?
Viajar sin límites es mas fácil de lo que crees

Está mas cerca de lo que crees

Está mas cerca de lo que crees

Seguidores

Datos personales

Mi foto
Provengo de una familia donde la épica y la fantasía se mezclan con la realidad, crecí escuchando histórias fantasticas de mi abuelo en las profundidades de la Huasteca, mas adelante me cautivaron toda clase de libros con historias de tierras lejanas y personajes asombrosos, comencé a escribir desde los 9 años, durante la adolescencia me entregué a la literatura épica y fantástica y de alguna manera mi vida se contagió y las histórias comenzaron a suceder delante de mis ojos. Al convertirme en padre y tener la oportunidad de contar cuentos e histórias estalló dentro de mí una fascinación por crear, ilustrar y musicalizar cuanta história brotaba de mi cabeza o la de mis hijos, el día de hoy me doy cuenta de que mi propia vida es el mejor lugar de donde sacar historias y gozo profundamente al plasmarla en alegorías con imágenes, textos y musica.