Sindara se llevó los dedos a la boca y silbó con todas sus fuerzas, un hermoso Palomino que se encontraba junto a otros caballos dio un respingo y galopó junto a la joven quien saltó sobre la grupa del corcel y arrancó a toda prisa siguiendo a los jinetes que se habían adelantado.
Mientras bajaba por la ladera de la colina abrió el abanico montado sobre el caballo, tenía muchos diseños pintados en color verde y asemejaba el rostro de una bestia mostrando los colmillos con grandes ojos amarillos.
Aceleró y cuando estaba por alcanzar la vanguardia de jinetes miró al horizonte, una enorme manada de bisontes avanzaba a paso tranquilo pero rápido en dirección a ellos encabezada por un enorme bisonte lanudo de color negro que tenía mas de seis veces la altura de un caballo, su cabeza estaba coronada por una impresionante cornamenta retorcida, sus enormes ojos negros brillaban acusando cierta inteligencia, sus oscuras pezuñas hacían crujir la tierra y pulverizaban las rocas que pisaba convirtiendolas en polvo.
Mas y mas bisontes asomaban por el horizonte cubriéndolo en toda su extensión, el bramido de las bestias era ensordecedor alimentado por el tremor de millones de pesuñas batiendo contra el piso, era hermoso verlos correr por la gran pradera, el pelaje, que se hacía mas largo en las patas, hondeaba mientras corrían, y las grandes cornamentas agitándose al ritmo del correr de la manada simulaba una danza de un gigantesco ciempiés por el horizonte enmarcadaopor una gran tormenta de arena que los seguía por detrás.
Sindara se emparejó con los jinetes, su padre volteó a mirarla y liberando una carcajada que agito su barba roja le hizo una señal para que se alineara con los demás, Sindara lanzó un grito y parándose en los estribos agitó un brazo animando a sus compañeros, todos aceleraron alineándose frente a la manada, los grandes abanicos se agitaban con el viento y aquello parecía una bandada de dragones de muchos colores volando sobre un gran océano verde.
El tremendo despliegue de color y movimiento provocó la agitación de los bisontes, algunos frenaron en seco y alteraron el curso virando a un costado, la manada comenzó a dispersarse, pero el grupo principal dirigido por el líder de la manada continuó su carrera incrementando la velocidad. Los jinetes continuaron en su carrera contra el grupo principal, el gran bisonte que lidereaba la manada aceleró, sus grandes zancadas eran firmes y pesadas, la tierra retumbaba bajo su carrera, este era Thürta el líder de la manada de los Nüi.
La vida entera del clan Cëntor giraba en torno a estos bisontes, cada año la manada atravesaba el reino de poniente a oriente y los Fiönas emprendían la cacería que los abastecería durante un año entero de alimento, pieles, huesos para utensilios, grasa y aceite para alimentar las lámparas y todas las materias primas de las que los Cëntor obtenían la mayor parte de su sustento.
Thürta aceleró y bajo la cabeza exponiendo la terrible cornamenta capaz de derrumbar las murallas de la ciudad y al momento de embestir, los jinetes se separaron en dos grupos yendo detrás de los grupos que se habían desviado, giraron en dirección a varias decenas de bisontes y formaron un semicírculo dirigiéndolos a las murallas de la ciudad mientras gritaban y agitaban los abanicos.
Sindara gritaba y agitando un brazo mientras dirigía a los Nüi rumbo a la muralla, su cabello se hondeaba con el viento y ella sentía que volaba junto a los demás Fiönas que corrían junto a ella. Calthas, su padre se adelantó al grupo y haciendo sonar un cuerno dio la señal para los Fiönas que se encontraban a pie junto a la muralla, una multitud de mas de quinientos Fiönas formaron una linea corriendo en dirección a los Nüi que se acercaban corriendo a las murallas de la ciudad, todos llevaban largas pértigas con sogas atadas en la punta, comenzaron a agitarlas haciendo un zumbido constante, el sonido tuvo un efecto inmediato sobre las enormes bestias, aminoraron el paso hasta detenerse por completo, rápidamente la muchedumbre formó un circulo acorralando a los tres animales al pié de las murallas y así, bajo el trance que provocaban los látigos de los Fiönas, los Nüi obedecieron como si fueran cabras, los dirigieron rumbo a la gran estructura de madera que se encontraba adosada a la muralla.
Mientras tanto, el contingente a caballo se dirigió de nuevo rumbo a la manada que formaba ahora un colosal torrente de bisontes que pasaban justo enfrente de las puertas de la ciudad levantando polvo hasta hacer casi imposible la vista.
Entre el tremor de la manada, los jinetes apartaron de nuevo un grupo de cinco bisontes, Sindara cabalgaba entre dos mujeres Fiönas, una de ellas con una larga cabellera pelirroja peinada en tres largas trenzas que se agitaban en su espalda, llevaba el rostro cubierto con pintura azul, la chica habría dejado apenas la infancia, pero era de una gran talla y montaba ágilmente un fornido garañón negro. Al otro costado acompañando a Sindara había una Fiöna madura, algunas canas asomaban por su negra cabellera que usaba suelta, llevaba la cara pintada de rojo y gritando y silbando llamaba a los demás jinetes para que ayudaran con los animales. Entre las nubes de polvo asomaron cuatro jinetes mas, y galopando se acercaron.
Sindara miraba a los jinetes acercándose cuando la sorprendió la embestida de un enorme Nüi color miel, de un solo golpe mandó a las tres al suelo, el caballo negro giró por el aire dando tumbos y cayó muerto pesadamente lejos de donde se encontraban. Aquél bisonte giró y embistió de nuevo, esta vez cargando contra la mayor de cabello negro. Algo no estaba bien, los Nüi, aunque solían embestir para abrirse paso, jamas atacaban y preferían huir antes de enfrentarse a cualquier peligro.
Sindara miró al enorme animal que se acercaba corriendo, sangraba por la nariz y los ojos, una nube de espuma se formaba en su hocico.
La chica de las trenzas rojas saltó sobre la mujer adulta y apenas pudieron esquivar la terrible embestida del Nüi, una vez mas el animal dio media vuelta para atacar, esta vez las dos Fiönas se encontraban en el piso con muy poca oportunidad de esquivar el ataque, Sindara corrió en dirección a su caballo y montando de nuevo, extendió el abanico para llamar la atención del Nüi. El bisonte viró en dirección a Sindara cargando a toda velocidad, la chica frenó su caballo y dando media vuelta se dispuso a escapar, pero al girar, se encontró con otros bisontes que pasaban en tremenda estampida y una pesuña golpeo su montura derribándola una vez mas, Sindara tenía los ojos llenos de tierra y tuvo que tallarlos para poder ver borrosamente, vio a lo lejos, la gran mancha del Nüi que se acercaba para embestirla, se puso de pié, tropezó con el caballo y cayó al suelo, tenía a la bestia encima, vio claramente la mirada desquiciada del Nüi dispuesto a aplastarla, el pelaje de su cabeza estaba lleno de sangre y coágulos, trató de arrastrarse para hacerse a un lado y se enredó en la tela del gran abanico de su caballo que se había hecho jirones Atrapada en aquella mortaja era imposible escapar, una zancada mas y el Nüi la destrozaría, de pronto un bramido resonó en el aire y una enorme mole negra embistió al Nüi que atacaba, se trataba de Thürta, el líder de la manada, quien acertó un golpe certero en el costado del bisonte, arrojando muerto a una buena distancia de donde se encontraban.
Mucho tiempo transcurrió antes de que la manada pasara por completo y el polvo comenzara a disiparse, la tierra continuaba estremeciéndose cuando Sindara se puso de pié. Cerca de ella estaban las dos Fiönas sanas y salvas de pié frente al enorme Thürta quien miraba al bisonte muerto sobre la hierba.
La joven se acercó al enorme bisonte y este la miró liberando un gemido quejumbroso, volteó a ver al animal tendido sobre el piso, ya mas tranquila, notó que el animal había estado enfermo, el pelaje cobrizo se había caído y manchas calvas sobre su cuerpo se apreciaban aquí y allá, la piel se apreciaba enrojecida e irritada, rodeó al animal para mirar su rostro, los ojos en blanco supuraban sangre en una mezcla densa con un líquido amarillo que también emergía del hocico, por las fosas nasales salían gusanos y el característico olor a almizcle había dado paso a una horrorosa fetidez.
Sindara continuó rodeando al animal en dirección al lomo.
La chica dio un grito aterrador cuando encontró atado al lomo del animal, el cuerpo desnudo de un Fiöna de cabellos blancos.
Por su apariencia llevaba varios días muerto, sogas ensangrentadas aferraban las muñecas y los tobillos al bisonte, pero lo mas aterrador era que el cadáver Fiöna presentaba las mismas características del Nüi, el cabello se había desprendido en varios puntos, la sangre escurría de sus ojos y su boca, se acercó cubriendo la boca y le abrió uno de los párpados.
¡Agusanados ojos color plata! Un Sindarel asesinado terriblemente.
Varios jinetes se acercaron y desmontando apreciaron con terror la horrible escena, la pequeña de trenzas rojas hechó a llorar, abrazando a la mujer de cabellos negros a la que apenas había salvado.
Para ese momento, Calthas y el grupo de ancianos ya habían llegado al sitio, miraron en silencio, algunos cayeron de rodillas llorando y otros mas gritaron con dolor:
-¡Hessia tur methram Sindarel!
¡Hessia nacida del vientre de los Sindarel!
Esto era obra de Hessya, el temido enemigo de los Fiönas, las piernas de Sindaras fallaron y se doblaron ante el terror de mirar de frente la obra de Hessya tan temida por toda su estirpe, había regresado de nuevo, la perdicción de los Fiönas que tanto había prevenido Danül.
Los gemidos de cientos de Fiönas se hicieron presentes en aquella enorme pradera, el eco de los gritos de terror y angustia rebotaron en las murallas de Nolthoriön.
Cazadores Nüi con corceles y abanicos para pastorear.
Thürta, Lider de los Nüi
Ingrato... ¡¡Cuéntanos más!!
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